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La Resiliencia es la capacidad humana para adaptarnos y afrontar los momentos adversos o difíciles, especialmente, aquellos que son impactantes e inesperados (como la enfermedad o la muerte).
No son unas pocas las personas que nacen resilientes, sino que todos/as podemos reforzar esta capacidad y enseñarla a los/as más pequeños/as en el día a día.
Ser resiliente no implica necesariamente estar “exento/a de sufrimiento”, sino que significa ser consciente de mis fortalezas y de mis debilidades, responsabilizarme de mi cuidado personal y tomar decisiones que me permitan ir superando los retos de la vida.
Para mucha gente, ser capaz de adaptarse a una situación difícil, depende únicamente del tipo de situación que vivas. Sin embargo, aunque los distintos problemas que una persona puede sufrir en su vida “dejan una huella emocional”, eso no quiere decir que como individuo no pueda elegir ni tenga que resignarme.
Desgraciadamente, no hay un “manual de auxilio” para lo adverso o fórmulas magistrales que eliminen el padecimiento. No obstante, al hablar de entrenar en resiliencia, hablamos de todo aquello que me prepara para hacer frente a lo difícil y que me facilita el camino, pero especialmente, nos referimos al quererme bien.
Quererse bien (que no necesariamente, más) implica:
-Hablarse y hablar desde la aceptación y desde los límites,
-Tener objetivos y propósitos que me permitan continuar hacia adelante,
-Conocerme y querer seguir conociéndome en los diferentes planos de mi vida,
-Compartir y pedir ayuda cuando no sé qué dirección tomar o cómo llegar hasta ella,
-Escuchar activamente y reírse de lo irónico y lo absurdo que es a veces la existencia,
-Creer en mí (y por qué no, en algo más allá de mí mismo/a que le aporte sentido a este mundo),
-Aceptar que no puedo tener respuestas para todo y que la vida no es estrictamente “justa” o “injusta”, simplemente es ASÍ,
-Recordar que puedo perdonar (porque como yo digo a veces, “el rencor empobrece el alma”),
-Permitirme tener inquietudes y ser consciente de que no puedo llegar a todo,
-Reconocer que hoy me siento mal pero mañana puedo seguir intentándolo,
-Decir “adiós”, sin que ello suponga olvidar,
-No criticarme por lo que no fui o quisieron que fuera, sino recompensarme o agradecer por lo que soy, y por lo que me ha traído hasta aquí, por lo que he aprendido.
En ocasiones, hay personas que me suelen decir que todo esto no es fácil, que ser resiliente es algo idílico…Sin embargo, yo siempre suelo contestar “que sentir dolor y no hacer nada, es el estado más difícil en el que podemos estar”.
Redactado por Omayra de la Torre, Psicóloga Valencia con número de colegiado CV13403. Recuerda que en nuestra clínica multidisciplinar en Valencia, podemos ayudarte a nivel psicológico. ¡Pide cita desde AQUÍ!