Los escapes o pérdidas de orina se pueden producir por múltiples motivos, y aunque se…

Fernández Canal (2013) asegura que: “el uso efectivo de la voz, supone una herramienta de comunicación en el aula, ayuda al aumento de la autoestima del profesional y minimiza las consecuencias sociales y económicas de los problemas de voz, así como las necesidades de cirugía y un aumento general de la salud (Halpern, Spielman, Hunter y Titze, 2009)” (p. 37).
Pero, ¿qué ocurre en la docencia?, como expusimos, el docente es considerado profesional de la voz y en muchas ocasiones instaura un denominado circulo de sobresfuerzo, llegando a provocar este, “una disfonía funcional por no controlar el uso de la voz durante la clase y ser “sordos” a las señales de desajuste vocal que experimentan de forma persistente día tras día”, además “el proceso patológico de una disfonía profesional puede prolongarse en el tiempo hasta generar un daño estructural si no hay una reacción ante los comportamientos “peligrosos””. (Castejón Fernández, 2014; p.11).
La perdida de calidad y eficacia vocal durante la semana o a lo largo del día, es un síntoma primario ignorado, pues no se pone comúnmente solución hasta que se asocian otros síntomas como sequedad en la garganta, ronquera, fatiga, tensión y dolor de cuello y espalda; o incluso hasta que se instaura una lesión cordal.
Específicamente, Gassull, C., Godall, P., Martín, P. (2013) citan respecto al esfuerzo vocal que éste: “se acaba traduciendo en una alteración de algunos parámetros vocales como son la Fo, que se agrava, o la relación sonido-ruido que aumenta (Niebudek-Bogusz, Fiszer, Kotyolo, Sliwinska-Kowalska, 2006).” (p.9)
La calidad vocal como responsabilidad del docente, o mínimamente por motivos de salud, requiere de manera imprescindible la adquisición de técnica de voz como prevención de alteraciones a nivel timbrico, funcional y orgánico.
Maria Serrano
Logopeda especializada en voz